Hoy y hace un año

Cuando uno planifica un viaje sin tiempo se enfrenta a una irrefrenable felicidad acompañada de un torbellino de ansiedad, de esa que no te deja dormir, que te tiene de acá para allá, que te anuda el estómago o te hace devorar cuánta cosa comestible se te cruce. Creería que los sentimientos previos a viajar son como un virus que ataca a la mayoría de los viajeros, sea tu primer viaje o el número ¿103?

La transformación del logo de la Kombi Rutera.

Llegan las despedidas y lloramos, reímos, todo junto. 

Y a veces, cuando nos encontramos en la más inmensa soledad, también aparecen los miedos. El temor a que lo que uno ni quiere imaginar, ocurra.Y aunque seamos todo lo positivos, corajudos, aventureros y soñadores, el miedo siempre está. 


No se imaginan lo difícil que fue despedirnos de Mía.

 El 17 de febrero se cumplió un año de aquel ¡Feliz viernes en la ruta! y teníamos previsto contarles cómo lo estábamos viviendo, pero esa mañana falleció nuestra abuela Ketty y una vez más los planes cambiaron. ¿Pueden creer que fué a la misma hora que hace un año atrás me despedía de ella en Buenos Aires? Ironías de la vida.


¡Te abrazo por siempre abuela!

Mucho antes de esa fecha nos imaginábamos festejando nuestro cumpleaños rutero en Panamá. Eligiendo una playa linda y tranquila donde brindar y celebrar. Pero no pudo ser. 

El cruce desde Colombia se demoró más de lo que previmos y además chocamos.
Huella está ahora en un mecánico que la está reparando y poniendo aún más linda. Sabemos que con el tiempo será otra anécdota y que lo más importante es que nadie salió herido.

Entonces, como nos ocurrió hace un año cuando estábamos por salir y como se repitió hace unos meses cuando nos robaron, el destino modificó nuestras ideas.

Y como sabiamente la vida te va mostrando las prioridades, el día posterior al choque nos avisan de Argentina que nuestra abuela estaba internada. 

Y otra vez el orden de lo que importa vuelve a ubicarte. Hace unos días  el cruce a Panamá era lo único que ocupaba nuestros pensamientos, hace una semana fué cómo solucionar el problema del choque y luego fué estar únicamente pendiente y con la energía bien enfocada en la salud de la abuela.

La abuela y los colchones que cosió para la Kombi Rutera.

Una noche en Cartagena, Aldo y Julia, los amigos viajeros de "El vuelo de la Golondrina", nos preguntaron: "¿Qué aprendieron en el viaje?". Les contestamos que aprendimos a compartir, aprendimos de la gente que nos da todo sin esperar recibir nada a cambio, aprendimos a estar cerca aún en la distancia y también le dijimos que hay cosas que todavía no aprendimos del todo sino que son aprendizajes diarios; como a no tener expectativas, el desapego y también enfrentar los miedos.

Porque los miedos siempre están pero lo importante es que ese miedo no nos frene a hacer lo que verdaderamente deseamos.

Después de todo "valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo tiene pero lo enfrenta".



Julia y Aldo, los amigos de El Vuelo de la Golondrina.

Imagino que debe ser más lindo salir de viaje y que no te pase nada malo, pero si te pasa tal vez haya que aprender a mirarlo con otros ojos, a entender que la vida nos está enseñando algo, tal vez sean pruebas que de alguna manera miden si estamos donde queremos estar y haciendo lo que hacemos.

Son límites a superar. Momentos de observar para adentro. Situaciones para escuchar al corazón. Tiempos de valorar.

La pregunta de Aldo y Julia vuelve a mi cabeza otra vez y me doy cuenta que hay algo fundamental que aprendimos en este viaje y es que todo lo que nos daba miedo, nos está ocurriendo: que nos roben, chocar, que le pase algo a un ser querido y estar lejos... 

Y no les voy a mentir, en estos últimos días me debatí si tenía que estar acá o allá, si todas estas no eran señales para volverme. Quería escuchar a mi corazón y no oía nada. Pedí claridad y mi cabeza era pura confusión. Recé para que mis sueños me mostraran qué debía hacer, pero al despertar ni siquiera recordaba haber soñado.

Hasta que me entregué a fluir con la vida. Y ahí apareció la respuesta: Decidí viajar y acá estoy. Aprendiendo a hacer un duelo a distancia. Aprendiendo a acompañar a la distancia. Aprendiendo a pedir y permitir que me acompañen a la distancia. Aceptando. Escuchando aunque creamos que no oímos nada. Aprendiendo a convivir con los miedos pero sin que nos limiten a seguir adelante. 
Y estamos fuertes, aunque de a ratos caigamos. También estamos más concentrados en lo que verdaderamente importa y APRENDIENDO de la vida que nunca es toda color rosa, aún tampoco en los viajes.

Hoy vamos a brindar por la abuela Ketty que se suma a nuestro viaje y que más que nunca va a estar presente en cada paisaje, cada sol, cada cielo.

Hoy vamos a agradecer lo que aprendimos y que todavía seguimos aprendiendo.

Hoy vamos a festejar que el camino nos regaló nuevos amigos y que ellos son fundamentales para que este primer cumpleaños sea feliz!

En este video que les compartimos aparecen algunos.

Sabemos que hay muchos más detrás de la pantalla.

También están los de siempre, nuestras familias y los que están esperando que suene la bocina de la Kombi Rutera (que casi nunca anduvo pero que vamos a aprovechar el arreglo para que vuelva a funcionar).

¡Gracias a todos! ¡Y vamos abuela que seguimos camino!

Maru, Martín y Huella - Kombi Rutera