Hace una semana
atravesamos nuestra primer frontera: Bolivia.
De La Quiaca cruzamos a Villazón y de allí hicimos 87 kilómetros en un flamante camino asfaltado para llegar a Tupiza y al día siguiente continuar a Potosí.
De La Quiaca cruzamos a Villazón y de allí hicimos 87 kilómetros en un flamante camino asfaltado para llegar a Tupiza y al día siguiente continuar a Potosí.
En el
medio nos hicimos una escapada en micro a Uyuni para conocer al mayor desierto
de sal del mundo: 12.000 km² de sal, y regresamos a Potosí, donde
quedamos atrapados por protestas y cortes de rutas durante 5 días.
“Bienvenidos
a Bolivia, amigos”, nos dijeron. Y sí, es que en el país donde mascan coca como
chicle, es imprescindible tener paciencia, mucha paciencia. ¿Será por eso que
mascan tanta coca?
Potosí. |
Armados de
serenidad, resignación y tolerancia nos perdimos por las calles de la ciudad
más alta del mundo y descubrimos que tuvimos suerte de conocerla en días de
huelga porque es un oasis de vehículos y es posible caminar por sus calles
coloniales sin escuchar bocinas, esquivar el tránsito y evitar fumarse el humo
negrísimo que sale de autos, motos y colectivos.
Así
que nos dedicamos a admirar el Cerro Rico, famoso porque en época de la colonia
tenía las vetas de plata más importantes del mundo. Su cima figura en el escudo
boliviano y desde que fue descubierto en 1545 continúa siendo explotado.
También
fuimos a ver la Casa de la Moneda, antiguo sitio donde se procesaba toda la
plata del Cerro, paseamos por el Mercado Central, donde las cholas te venden
todo lo que puedas llegar a necesitar, y nos sentamos en la plaza principal a
tomar mate acompañado de un sabroso pan con chicharrón, viendo a los chicos
jugar, observando el ritmo de esta ciudad ubicada a 4060 msnm mientras
esperamos que se levante el corte de rutas para continuar con nuestra Kombi
Rutera por este país que a veces desespera pero hay que saber encontrarle la
vuelta.
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