Crónica de un viaje eterno

Siempre decimos que sabemos dónde nos levantamos pero nunca dónde nos vamos a dormir.
También que sabemos cuándo partimos pero nunca cuándo llegamos.

El viernes pasado salimos de Palenque rumbo a San Cristóbal de las Casas.

Eran 250 kilómetros que, como el camino es con mucha curva, topes y en subida -considerando además que Huella va a la velocidad del paisaje- pensábamos hacerlo en aproximadamente 9 horas.

Pero…

… A los 20 kilómetros nos agarró un bloqueo por una protesta de maestros.

… A los 60 kilómetros Huella se ahogaba y no quería avanzar.
Estábamos sin señal en el celular y, como el próximo pueblo quedaba bastante lejos -50 kilómetros-, decidimos retroceder 5 kms. para ir a un taller mecánico que habíamos visto sobre la ruta.
El problema fundamental era que, además de no arrancar, Huella perdía gasolina por el carburador, entonces no podíamos encenderla porque corríamos el riesgo de que se prenda fuego.
No quedaba opción: había que empujarla 5 kilómetros cuesta arriba. Esos 3 kilómetros fueron eternos (por suerte 2 kilómetros nos lo ahorró un camión que nos remolcó).

El diagnóstico fue una basurita en el carburador que no permitía que pase la gasolina.
Como ya faltaba poco para que oscurezca, fuimos hasta el poblado más cercano y le pedimos a una señora si nos dejaba pasar la noche estacionados en el jardín de su casa.

…Sábado 7 de la mañana estábamos listos para continuar el viaje.

….A los 20 km Huella vuelve a ahogarse y a perder gasolina. Decidimos frenar en una casa en el medio de la nada de las montañas de Chiapas.
Teníamos que remolcar a Huella hasta un mecánico pero no había ninguno cerca. Tampoco teníamos señal de celular para pedir ayuda.
Martín se subió a una camioneta que lo llevó 10 kilómetros al único lugar en la ruta donde había señal de celular. Todo el crédito que teníamos se consumió intentando llamar al 074, el teléfono de auxilio en carreteras de México. Jamás atendieron. ¿Cómo puede ser que un número de urgencias sea pago y encima te pongan musiquita diciendo que todos los operadores están ocupados?

Mientras tanto, yo me quedé cuidando a Huella y charlando con un señor que me contó que hace el amor con su mujer cada ¡8 horas! y que no usan anticonceptivos porque la mujer prefiere quedar embarazada para evitar los dolores y la incomodidad de la menstruación (¡?).

No sabíamos qué hacer. No había demasiadas alternativas. Nos quedábamos ahí esperando sin saber muy bien qué o seguíamos camino, cruzando los dedos para llegar hasta el pueblo siguiente.

…Hicimos 10 kilómetros y pinchamos una rueda (¡lo que nos faltaba!).

…Hicimos 30 kilómetros más –con rueda de auxilio y parando en el medio para seguir intentando (sin éxito) llamar al teléfono del auxilio.
Logramos llegar a Temó, el poblado más próximo a una ciudad donde podríamos sacar plata –ya que casi todo el dinero que teníamos en el bolsillo lo habíamos gastado en el mecánico-.

Martín se tomó otro camión para buscar a 20 kilómetros a un nuevo mecánico.
Después de algunas horas, volvió con el mecánico.
El diagnóstico fue el mismo: más basura en el carburador. Parece que el anterior mecánico no había hecho la limpieza completa.

…Avanzamos 20 kilómetros más hasta la ciudad de Ocosingo donde pasamos la noche en el cuartel de bomberos.

…Domingo 7 AM Salimos para San Cristóbal de las Casas: Faltaban 98 kilómetros.

Nunca nos costó tanto llegar a un lugar. Y nunca habíamos deseado tanto llegar a un lugar.

Lo importante es que aunque el camino estuvo repleto de piedras, las saltamos y una vez más ¡LLEGAMOS!
En ésta oportunidad al pueblo más mágico de los pueblos mágicos: San Cristóbal de las Casas, un lugarcito en el sur de México que -como bien indica TierraSinaí.com- no tiene tanta fama como la Riviera Maya o Cancún, pero cuentan que es de ensueño, único y maravilloso.

Itinerario de un viaje eterno.