Días de Mundial – Reflexiones del final

Hace unas semanas lo pensaba y ayer lo confirmé: Los mundiales sin redes sociales eran más lindos.
No tengo dudas que los avances tecnológicos mejoran la calidad de vida de las personas (¿la mejoran?), son una herramienta útil y podríamos enumerar un montón de buenos fines que conlleva la revolución tecnológica, pero, lamentablemente también tiene sus puntos oscuros y para mi gusto uno de ellos tiene que ver con los eventos deportivos.

Del gran Ricardo Liniers.

¿Por qué? Recuerdo que antes del facebook y del twitter todos estábamos clavados frente al televisor mientras la pelota rodaba y ni se te ocurra cruzarte por delante de la pantalla porque corrías riesgo de vida. Sin embargo, hoy veo que en cualquier momento del partido, no importa si se trata de un penal, gol, off side o tiro de esquina, la gente prefiere agachar la cabeza y escribir en sus celulares un chiste sobre una jugada o un comentario a raíz del paneo a la tribuna que hizo la cámara o subimos la foto que acabamos de sacar de la picada que estamos comiendo mientras seguimos a la pelota.

Durante el partido entre Argentina y Alemania se mandaron 32 millones de tuits y tengamos en cuenta que Argentina no jugaba una final hace 24 años, un dato a tener en cuenta como para no clavar los ojos en otra pantalla que no sea la del televisor.
En fin, quizás debería pensar que cada uno hace con su tiempo lo que quiere y no me tendría que afectar, pero hay algo que sí me duele, me amarga, me saca de quicio, etcétera y son los comentarios que circulan apenas termina un partido -o incluso antes de que termine-, esos que convierten a un jugador de ser el mejor a fusilarlo en el paredón, el juzgamiento despiadado, los comentarios crueles, los que se dan vuelta como panqueques, los que hablan con el diario del lunes y critican irrespetuosamente a 23 tipos que nos hicieron disfrutar de un mundial entero, de festejos compartidos, de lágrimas de alegría, de la posibilidad de volver a vivir una final de la Copa del Mundo con 40 millones de argentinos alzando los colores celeste y blanco.

No olvidemos ésta fiesta.
Y que se la debemos a ellos.
Esto sí me produce tristeza, amargura, dolor, porque lo que empieza con un comentario de 140 caracteres o algunas palabras más en facebook, avanza como un virus maligno al cara a cara, a las discusiones que muchas veces no tienen sentido: “te dije que era un pecho frío con la camiseta argentina", "que los cambios estaban mal hechos”, “que no tenemos buena defensa ni buena delantera ni ni ni ni...". Y así, siempre igual en la derrota, porque en la victoria somos los mejores y nos ponemos la camiseta.

Hasta ayer para la Selección Argentina sólo habían aplausos, todos eran perfectos, varios ya estaban flameando banderas con frases al estilo "Perdón Sabella, Romero, Rojo... y no se cuantos más"; y ahora sólo leo que "los delanteros argentinos no pueden hacerle un gol a nadie", si si si, critican a los mismo cuatro "fantásticos" que antes del Mundial eran el orgullo nacional. Y que por suerte este técnico cambio a esos cuatro fantásticos por 11 guerreros. Porque un partido de fútbol lo gana un equipo.

Cada uno puede sentirse como quiere, puede estar contento por llegar a la final, amargado por perderla o triste o decepcionado o orgulloso; podemos sentirnos de mil maneras e incluso tener sentimientos ambiguos, pero no olvidemos que 23 jugadores y un cuerpo técnico nos mantuvieron la ilusión intacta de lograr la gloria máxima del fútbol mundial después de 28 años.
Sabemos que no es fácil llegar a la final de un Mundial, capaz vuelvan a pasar muchos años para tener ese privilegio. Un Mundial es mucho más difícil de lo que parece ser viéndolo desde el sillón -con el celular en la mano-.
Muchos creen que la Copa del Mundo la gana el que gana 7 partidos. Error: En un Mundial se puede salir campeón sin ganar los 7 partidos. Entonces hay que adecuar la estrategia del partido según el rival. En un mundial no gana el que mete más goles (España salió campeón en Sudáfrica ganando todos los encuentros de octavos de final en adelante por 1 a 0). Lo que quiero decir es que hay que saber plantear muy bien los partidos, porque todos los rivales son distintos y no le podés jugar a uno igual que a otro. Y eso Sabella lo hizo a la perfección.

La Selección Argentina del 2014 no fue superada por ningún rival, fué mejorando a medida que avanzó el Mundial, se adaptó a las lesiones que tuvo, cambió de sistema táctico en plena competencia, llegó con muchísimas críticas por su defensa y esos mismos 4 del fondo terminaron siendo la mejor virtud del equipo, planteó los partido del mano a mano de manera perfecta, contó con las chances más claras del partido para ganar la final (sin enumerar el penalazo que no le cobraron).

Creo que no hay reproches para éste plantel. Generaciones que sólo vieron eliminaciones tempranas recordarán éste mundial 2014 como EL MUNDIAL.
Aprovechemos esta oportunidad para ser respetuoso con una Selección Nacional que dejó la bandera argentina bien en alto.

Después de la deshonra de haber quedado eliminados en primera ronda en el 2002, dejé de creer en la selección y desde hace 12 años mi mente no aceptaba otra posibilidad que no fuera jugar 7 partidos en un Mundial para volver a ser lo que fuimos. ¿O será que dejaron demasiada alta la vara con las 2 finales jugadas en forma consecutiva y de visitante nos acostumbraron mal?
Ojalá la Selección Argentina siga la línea que sembró este cuerpo técnico, inculcada en los años 86 y 90 con su frase de cabecera: Humildad, trabajo y sacrificio y que cada uno piense más en dar que en recibir. Acá hubo escuela.

Gracias por permitirme volver a creer y a soñar.


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4 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo, las redes le dan a las personas esos segundos de catarsis que necesitan, tirando mierda al aire con palabras que quizas no sienten realmente. Esa mierda que tiran sigue circulando y circulando, y contagiando, creando resentimientos, mostrando el lado vacío del vaso en vez del lleno. Los comentarios post partidos empezaron muy bien hasta que empezaron a convertirse en patéticos. Por suerte sali al balcón de casa, y empece a ver como todos agarraban sus autos y bicicletas para ir a festejar, y me dije, menos mal que el mundo no termina en las redes sociales, sino me iba a dormir muy triste. Si bien, la alegría del obelisco termino en lo conocido, me quedo con la imagen y el recuerdo en mi mente , de lo que paso unos minutos antes, la gente reunida, valorando el esfuerzo y festejando por un deseo colectivo de llegar a la final. Todo lo demás, es lo de siempre.

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    Respuestas
    1. Bien ahí Lau!
      Gracias por escribir!
      Una lastima como termino lo del Obelisco! No quiero conformarme en pensar: Así somos.. Ojala algún día cambie para bien la cosa
      Besos
      Maru y Martin

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  2. Creo que estás mal informado, en Argentina los medios fogonearon para rendir pleitesía a los jugadores y técnico como si fuesen próceres y la propaganda desmedida está al servicio del gobierno.

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