Durante nuestro viaje por las rutas argentinas divisamos altares de diferentes tamaños y colores. La mayoría veneran al Gauchito Gil, otros a la Difunta Correa, encontramos santuarios con la imagen de la Virgen o simplemente un cruz entre piedras.
Hace casi un año estábamos llegando a San Nicolás, una localidad de la provincia de Buenos Aires ubicada a 250 km de Capital Federal.
Nuestra primera parada sería para visitar a la Virgen de San Nicolás, ya que queríamos tener su bendición al arrancar este camino.
El elefantito de la suerte que nos regaló nuestra amiga Leti. |
Durante nuestro
viaje por las rutas argentinas divisamos altares de diferentes tamaños y
colores. La mayoría veneran al Gauchito Gil, otros a la Difunta Correa,
encontramos santuarios con la imagen de la Virgen o simplemente un cruz entre
piedras.
Hace casi un año estábamos
llegando a San Nicolás, una localidad de la provincia de Buenos Aires
ubicada a 250 km de Capital Federal.
Nuestra primera parada sería para
visitar a la Virgen de San Nicolás, ya que queríamos tener su bendición al
arrancar este camino.
No sentimos el perfume a rosas
que algunos nos contaron que se huele en lugar, pero ponernos frente a ella y
mirarla a los ojos nos despertó una emoción que sólo puede describirse estando
ahí.
No nos consideramos religiosos,
sólo creemos.
La fe en que algo o alguien,
llamado Buda, Dios, Yahvé, Alá, o la estrella que elijamos del cielo, ilumina
nuestro andar nos reconforta.
Por eso en nuestra casita andante llevamos un
budita, el rosario de la Virgen de Lourdes que nos dio la tía, el elefantito
que nos regaló una amiga, la medallita de San Benito que nos trajo otra, las
grullas de colores y los elefantitos hindúes que cuelgan sobre una puerta de
Huella, una carta 4 de corazones que el azar barajó de la mano de unos nuestros
amigos viajeros “Magia en el Camino”, estampitas varias, una pulserita llena de
ojitos de la buena suerte , un trébol de 4 hojas y un smile que nos recuerda
sonreír siempre.
Todos, de alguna manera, son símbolos de paz que
nos hacen sentir cuidados, protegidos y acompañados siempre.
¿Vos tenés tu compañía-amuleto viajero?
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